Aquella sonrisa de marfil, y piel de ébano, aquella alegría inocente y gags asegurados de nuestra infancia a la hora de la merienda, dieron lugar a años de silencio para luego asombrarnos con novedades policiales, golpes, mal genio y hoy... un fallecimiento.
Gary Coleman vivió el sueño de los niños prodigios, aquellos a los que se les roba la infancia a cambio de fortunas que desaparecen por fraudes, tutores turros y malos manejos económicos. Hizo reir seis años aletargando la somnolencia burguesa de muchos norteamericanos, les dio un lindo recreo de evasión para sostenerse en pie.
Luego como cada producto de industria, incluso la televisiva, fue desechado. La diferencia con otras industrias es que en la tele se desechan vidas humana, y cada vez a un ritmo más acelerado.
Emblema de una época colorida, decadencia seguida por los noticieros con ponzoña, signo de una actuación social que se repite, caída anunciada de los que quedan en un sueño olvidado. Muchos sabrán de que estamos hablando y otros repetirán autómatamente: "de qué estás hablando Willys?"
Luis Bremer
2 comentarios:
Luis, te admiro mucho.
¡¡Felicitaciones a vos y a tu compañero por el blog!!
Un beso
una pena... nos hizo pasar muy gratos momentos en nuestra infancia. Jorge.
Publicar un comentario